El esguince de tobillo es una de las lesiones más comunes que vemos en traumatología. Le puede pasar a cualquiera: a un deportista en plena competencia, a una persona caminando por la calle que pisa mal, o incluso dentro de casa, con un mal apoyo. El tobillo se dobla de forma brusca y ahí es donde aparece el problema: una lesión de los ligamentos.
Cuando el tobillo se tuerce: qué pasa con los ligamentos
Un esguince ocurre cuando uno o más ligamentos del tobillo se estiran más allá de su límite o directamente se desgarran. Los ligamentos son estructuras fundamentales que estabilizan la articulación, y cuando se lesionan, siempre hay algún grado de daño. A veces es leve y se recupera rápido; otras veces es más severo y requiere más tiempo o incluso una cirugía. Pero lo que tienen todos los esguinces en común es que los ligamentos están afectados.
¿Cómo ocurre un esguince?
Hay muchas formas de torcerse el tobillo: pisar en falso, caer mal al saltar, meter el pie en un pozo o girar el cuerpo con el pie fijo en el suelo. Puede pasar en una cancha o caminando por la vereda. Lo importante no es solo que el tobillo se haya doblado, sino cómo se dobló.
Cuando el pie se va para adentro (lo más común), hablamos de un esguince en inversión. Si se va para afuera, se trata de una eversión. Y esa diferencia es clave, porque afecta distintos ligamentos y puede tener implicancias distintas en cuanto al tipo de lesión y la recuperación.
Qué síntomas aparecen
Los síntomas varían según la magnitud de la lesión, pero en general, un esguince de tobillo suele dar:
Dolor, especialmente al mover el pie o al apoyar el peso.
Hinchazón en la zona del tobillo, que puede aparecer de forma rápida.
Moretones o hematomas, dependiendo del grado de la lesión.
Dificultad para caminar, en mayor o menor medida.
Sensación de inestabilidad, sobre todo si ya hubo esguinces previos.
En los casos más leves, la molestia es tolerable y mejora en pocos días. En los más severos, puede ser muy difícil apoyar el pie y el dolor persiste incluso en reposo.
Qué hacer en el momento
Ante un esguince, lo ideal en una primera etapa es:
Aplicar hielo para reducir la inflamación.
Usar compresión con una venda elástica.
Mantener el pie en alto.
Hacer reposo y evitar cargar peso sobre el pie lesionado.
Y, lo más importante: consultar rápidamente a un traumatólogo. No todos los esguinces son iguales y es fundamental descartar que no haya una fractura u otra lesión asociada. La evaluación clínica y eventualmente los estudios por imágenes nos permiten saber con claridad qué tipo de esguince es y qué tratamiento corresponde.
Cada esguince es distinto
Dependiendo del grado de lesión de los ligamentos, el tratamiento puede ir desde una simple rehabilitación funcional hasta la necesidad de inmovilización prolongada o, en casos extremos, una cirugía.
Pero más allá del tratamiento, lo más importante es hacer un buen diagnóstico desde el principio. Una consulta médica a tiempo no solo permite una mejor recuperación, sino que también ayuda a prevenir futuras lesiones en el mismo tobillo, que suelen ser frecuentes cuando no se rehabilita bien la zona.